diumenge, 18 d’agost del 2013

Ella, junto a él.

Y lo tenía allí. Justo enfrente. Su mirada sobre sus ojos escondidos detrás de un mechón de pelo. Una sonrisa tímida apreció en sus labios y él acercó su mano a su cintura. Sus manos se pusieron en sus curvas tapadas simplemente por una simple capa de ropa, un simple camisón negro. Ella suspiró. El frío del invierno aún se interponía entre el contacto de los dos cuerpos. El contacto de sus dedos en la curva de su cadera hacía que todo su cuerpo se estremeciera. Él lo notó y acercó más su cuerpo al suyo. La blancura de la piel de ella contrastaba perfectamente con las manos morenas de él. El pie derecho de ella encajaban entre el espacio de los suyos. Eran cómo un dos piezas de dos puzzles diferentes que encajaban perfectamente. Su melena pelirroja, con la tenue luz que entraba por los ventanales hacía que su pelo fuera del color de un atardecer de otoño. No muy naranja, tampoco muy rojo. No muy oscuro, tampoco muy apagado. Vivo cómo el fuego, pero eso sí, sin quemar. Una sonrisa pícara apareció en los labios de él al estirar el lateral de sus bragas de encaje. Enrolló un mechón de su pelo en su dedo y lo tiró suavemente hacia abajo para poder mirarla directamente a los ojos. La boca de ella quedó ligeramente abierta. Él se mordió los labios y ella se acercó. Sus labios se rozaron y él la besó. Cómo si fuera el primero, aunque fuera el millonésimo beso que le daba aquella noche. Las manos de ella  se camuflaron entre el cabello negro de él. Él la hizo girar de manera que sus cuerpos quedaron cómo si bailando estuvieran. Primero su oreja, después su cuello, seguidamente su clavícula y a continuación perdió la noción del recorrido de su boca. Ella, junto a él, se olvidó del tiempo, ¿que importaban los minutos o las horas cuando se tenían mutuamente?

Ella, junto a él, se perdieron entre sábanas y almohadas.
Ella, junto a el chico que creía que la hacía feliz.
Ella, junto a el chico que por la madrugada marcharía y la dejaría sola.
Ella junto a él, el chico que no vería nunca más.

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